Toma mi mano —sólo a ti la entrego—:
guíala por el mundo, en toda parte,
como quien lleva en el vivir el arte,
o el fiel bastón, al caminar, el ciego.
Toma mi mano —con orgullo y ego—,
no tengas miedo a nadie, ni de nada,
porque no existe fuga equivocada
que traiga por un bien la cuita luego.
Hay que reír —sin trabas en la boca—,
pisar lo mismo al pasto que a la roca,
palpar lo suave y rudo del armiño;
Amar a todos —siendo anciano o niño—.
Toma mi mano y vámonos afuera
antes de que huya en mí la primavera. Osfelip Bazant
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