Estoy enfermo e ignoro la respuesta
del estado en que ahora me consumo,
poco a poco, tan leve como el humo
a su relevo al viento en plena cuesta.
Y no hallo algún discurso —vivo o en siesta—
que bien me exprese lo que solo asumo,
luego siento, padezco, resto y sumo;
y esto me gusta, pero me molesta.
Tan pronto río como lloro, hendido,
y mi cuerpo, en la sombra, encendido,
olvida alimentarse, y su hambre es honda.
¡Oh, Cloe, yo te entiendo! Estoy herido,
en el alma, de una flecha blonda
que extraño mal me trajo y que me ronda.
Osfelip Bazant
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