Me acuerdo aún de mi primer doncella
por quien supuse haberme enamorado,
sin pedir nada por lo mucho dado;
sufrí sonriendo, y aclamé por ella…
Recuerdo una de tanta noche bella
en que mi pecho estaba lastimado,
y, resistiéndome a ese mal bocado,
entregué mi esperanza a cada estrella…
Y contándolas, pues, de perla en perla,
pregunté si me amaba todavía:
“Sí me quiere… No me quiere… Sí… No…”
Y la respuesta no pude tenerla
porque al saber si me quiso o amaría…
¡la luz del nuevo día lo impidió!
Osfelip Bazant
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